En una pareja debe haber una comunicación fluida y verdadera si queremos ser nosotros mismos, que la relación perdure y evolucione positivamente en el tiempo.
Tú y yo somos tres: nosotros, tú y yo. Pero la sinceridad y la comunicación tiene unos límites que sería conveniente conocer.
1) Aspectos que hacen daño a la otra persona.
En vez de: «Pepe, la verdad es que, si te soy sincera, estoy harta de tu madre; siempre criticando a todas sus vecinas; ¿siempre ha sido asi de cotilla?»
Podría ser: «Tu madre tiene actitudes que a mi no me gustan. Prefiero no volver a sacar el tema porque veo que te duele.»
2) Asuntos a la que la otra persona no llega y son de la incumbencia del que habla.
En vez de: «María, ya estoy más que harto de mi jefe; no hay quien lo aguante; como te voy contando diariamente, llevo todo el mes presionado por ese proyecto, y es que encima él no hace su parte; y me acusa a mí de cosas que no son mis funciones…»
Podría ser: «María, ya sabes que en mi trabajo me siento presionado. No te contaré más detalles porque siempre son los mismos. ¿Hacemos esta noche una cena especial y nos centramos en nuestros planes para semana santa?»
3) Aspectos que la otra persona no puede cambiar.
En vez de: «María, ¿porqué tuviste que comportarte así con mi madre?, ¿no te diste cuenta que no lo decía en serio?, siempre estás igual…
Podría ser: «María, no me gustó lo que dijiste a mi madre; me gustaría que en futuras ocasiones tuvieras más paciencia»
4) Asuntos que no deben ser tratados en el momento actual; sino más adelante.
En vez de: «Cariño, qué te parece si en vacaciones de verano pasamos tres días con mis amigos, en el camping… aunque bueno, aún tu trabajo está en el aire, así que no sabremos si tus vacaciones…»
Podría ser: «Cariño, cuando se solucione lo de tu trabajo, haremos planes sobre nuestras vacaciones: Al fin y al cabo, lo importante de las vacaciones es no trabajar y disfrutar de nosotros mismos y de nuestros amigos»
En la pareja, según avanza el tiempo, los acontecimientos van surgiendo y proponiendo nuevos retos al equipo de dos. Las nuevas situaciones, las nuevas rutinas, ocupaciones, realidades,… van poniendo problemas que si se abordan con ilusión y flexibilidad; serán nuevas fuentes de placer para ambos. Hace falta que no nos durmamos en los laureles y «trabajemos» porque esa ilusión «boba» del principio, continúe creciendo y satisfaciendo a los tres.