El grado de apertura, de desnudez que enseñamos de nuestras emociones a otra persona es lo que llamamos «distancia emocional». En cada relación personal que establecemos existen muchos indicadores que desvelan la conveniencia social y personal de mantener una u otra apertura. Hemos de leer bien la relación, el contexto, las consecuencias, los intereses de ambas personas,… y luego, sólo luego, mostrar nuestra distancia; hasta donde queramos.
La distancia emocional no la marca las convenciones sociales; o al menos, no deberían. Desde el punto de vista de la inteligencia emocional, es realmente adaptativo e inteligente que seamos nosotros mismos los que decidamos dónde, cuándo y con quién abrirnos y hasta dónde.
Es posoble que una excesiva apertura, una distancia corta nos haya favorecido, en un momento dado, un daño, un perjuicio; por no ver la reciprocidad en el otro. Lo deseable, entonces, es recapitular, reflexionar y posiblemente agrandar esa distancia y aprender.
La vida es continuo aprendizaje, es ensayo y error. Es prueba sobre prueba… pero sabiendo que nosotros tenemos el control. Podemos sobreponernos a las derrotas, a los desengaños… y volver a ser nosotros mismos; no es poesía, es realidad.
Me ha parecido muy interesante
Gracias!