Navidad. Reyes. Gasto. Regalos. Ilusión. Familia. Obligación. Trabajo. Pueden ser algunas de las ideas que nos vienen a nuestra cabeza y las sentimos en nuestro corazón en estos días.
¿Cómo hacer que vivamos estas fechas con una dosis de felicidad que nos satisfaga?
Una parte de esa felicidad la tenemos en nosotros mismos y en nuestras expectativas: lo que esperamos que ocurra a nuestro alrededor.
Si esperamos que ese familiar «haga lo que deba» con respecto al tema que tenemos pendiente… vamos por un camino equivocado. Si consideramos que cada cual hace lo que puede, probablemente sin una mala intención explícita, sino con una ausencia de empatía hacia nosotros; probablemente disminuirá nuestro malestar hacia el susodicho.
Si esperamos que la jefa tenga en consideración estas fechas y nos realice comentarios que nos permitan flexibilizar nuestro horario de trabajo… vamos por un camino equivocado. Si consideramos que la jefa está pendiente de otros asuntos que le urgen; que en realidad no acaba de valorar lo suficiente la importancia que le damos nosotros a ese tipo de comentarios (y lo da por hecho), probablemente disminuirá nuestro malestar hacia la susodicha.
Si esperamos que ese amigo nos agasaje con un regalo similar al que «debiera»; porque nosotros le hemos correspondido generosamente,… vamos por un camino equivocado. Si consideramos que cada persona tiene su propia norma o importancia al tema de los regalos; y que probablemente dentro de un grupo de amigos no todos demos la misma importancia al tema regalos; probablemente disminuirá nuestro malestar hacia la susodicha.
La actitud que tomemos ante los acontecimientos de los que somos espectadores, nos hará ne parte, protagonistas de nuestros propias emociones. Intentémoslo.