Hay quien dice que el tiempo atmosférico afecta nuestro estado de ánimo… y dice bien; pero no sólo eso. En los países del norte de Europa históricamente ha habido un alto número de índice de suicidios; aunque datos del 2009 nos hacen pensar que no sólo la ausencia de luz solar el factor que contribuye a acabar con la propia vida; sino que vaya usted a saber qué otras variables están presentes en: Lituania, Hungría, Letonia y Estonia…
Pero sin llegar a esos extremos, es vox populi, que la ausencia de sol y la presencia repetida de agua y nubes favorecen comentarios del tipo: «¿es que no llega aquí el verano?, me voy a deprimir… no puede ser… todos los fines de semana hace malo…»
La climatología puede influir en nuestro estado de ánimo, pero NO directamente, sino de manera indirecta. Me explico.
Los filtros cognitivos que aplicamos a las cosas que vivimos: las valoraciones que realizamos, las opiniones, nuestros prejuicios, las generalizaciones, las abstracciones selectivas, nuestras predisposiciones,… mediatizan las emociones que sentimos. Si no ¿cómo explicaríamos que ante una casa «en ruinas» (aún no han terminado las obras de mejora y acondicionamiento…) sintamos ilusión por nuestra futura vivienda? Cómo entenderíamos que ante un día de frío y nieve; en el que no podemos salir a realizar nuestro tan deseado paseo dominical… nos consideremos unos afortunados al ver por internet que ha habido una catástrofe en…
Es decir, la influencia de la climatología no es ni de lejos determinante para nuestra felicidad; y siempre pasa por el filtro de nuestras valoraciones. La actitud que tomemos ante las nubes, el sol y los rayos y truenos, será lo que nos determine nuestro buen ánimo este fin de semana…
«Ya, ya, todo eso está muy bien… pero que el fin de semana que haga bueno!»