Ayer tuvimos la noche más larga del año; y en muchos lugares prendimos fuego a maderas, basuras, cartones, impresionantes obras de arte que no pudieron salvarse de la indulgencia de los jueces; e incluso los libros del colegio que con tanto o tan poco ahínco han devorado nuestros hijos.
Podemos dar un significado al fuego: purificación, hacer borrón y cuenta nueva y empezar de cero, terminar con lo antiguo para pasar a lo nuevo,…
Esa es una actitud que repetimos las personas con cierta frecuencia y que nos ayuda a salir de nuestros automatismos. Cuando comienza el año nuevo, también podemos hacer promesas de comienzo; exigencias hacia nosotros mismos para realizar nuevos comportamientos, rutinas, hábitos,… y al fin y al cabo, nuevos caracteres; nuevas maneras de presentarnos ante el mundo y ante nosotros mismos.
No hace falta una noche de hogueras para comenzar; pero los símbolos pueden ayudar. No hace falta ver un nuevo calendario en la pared para decirnos a nosotros mismos: «ahora debo empezar una nueva vida, soy el mismo de siempre, pero algunas actitudes, rutinas, comportamientos los voy a cambiar porque yo lo he decidido; y al que no le guste… que no mire»
Es nuestro momento. Comencemos.