Entrevista en Cadena Ser Bilbao, 25/9/14.
Ante las crisis personales o ambientales, parece que «lo que toca» es deprimirse, hundirse, venirse abajo,… y en muchas ocasiones así es. Pero en otras no sólo no lo es; sino que dichas crisis nos sirven para crecer, salir más adaptados, más luchadores y mejor personas.
La investigadora Emmy Werner, allá por finales de la década de 1970, publicó una investigación realizada a lo largo de 18 años, en una isla de Hawai (Kauai) en la que investigó qué variables influían en la vida de 660 niños cuya situación ambiental y personal era, a todas luces desastrosa: pobreza, falta de cuidados, violencia, etc. y descubrió para su sorpresa que el 30% de estos niños, al final del estudio ya adultos, eran «invulnerables» a esta situación potencialmente tan dañina. ¿Por qué?.
Fundamentalmente, según Werner, por vivir con un adulto de referencia que les aportaba cariño y seguridad. Pero había algo más que compartían todas esas personas:
1- Autoestima consistente, basada en lo que ellos eran; no en lo que hacían
2- Introspección: capacidad de conocerse a sí mismos, de darse cuenta de sus virtudes, fallos, emociones,…
3- Independencia: no necesitar a los demás para tomar iniciativas
4- Capacidad de relacionarse: habilidad para comunicarse efectivamente con las personas que les rodean
5- Iniciativa: habilidad para ir por delante en la propuesta de acciones a tomar
6- Humor: saber reírse de lo que acontece y de uno mismo
7- Creatividad: inventar, relacionar dos aspectos nuevos entre sí.
8- Moralidad: poseer valores y principios que guían su comportamiento
y 9- Pensamiento Crítico: poner en duda las verdades establecidas y ponerlas a prueba.