La autoestima empieza a formarse muy pronto en la vida. Este concepto puede definirse como una serie de creencias o sentimientos hacia nosotros mismos. Esta autopercepción influye en nuestras motivaciones, actitudes o comportamientos, emociones y pensamientos.
Los niños y las niñas se están creando continuamente un concepto de ellos mismos basado en las interacciones con otras personas. Los padres y madres durante el desarrollo de sus hijos/as, especialmente en edades tempranas, poseen una gran influencia en la formación de la autoestima. Por ello conviene:
- Elogiar y reforzar positivamente las conductas que todavía les supone mucho esfuerzo.
- Tratarnos entre los miembros de la familia con respeto. Debemos recordar en todo momento que ellos/as siguen nuestro ejemplo.
- Validar sus emociones y permitirles que las expresen de forma adecuada.
- No pedir la perfección.
- Escuchar y responderles, hacerles saber que sus preguntas y opiniones son importantes.
- Estimular a que tomen decisiones por sí mismos/as.
- Dedicarles tiempo de calidad, si estamos paseando con no ir mirando nuestro móvil.
- Dar responsabilidades, deben tener la sensación de que son imprescindibles, si no hacen su tarea la organización familiar falla.
- Fomentar los intereses y las habilidades.
- No sobreprotegerles, fomentarás la inseguridad y la dependencia.
- Corregir sus errores pero desde el cariño, sin gritos, descalificaciones o etiquetas como “chapucero”, “desastre”, “torpe”, “malo”, “tonto”, “el más listo”.
- No comparar, ni con su hermano/a ni con otro compañero/a.
- Establecer unos límites claros y ser consistente con ellos.
- Valorar el esfuerzo, no los resultados.
Lo más importante es tener una buena autoestima nosotros mismos para que puedan imitar, sin olvidarnos de la dosis de paciencia que es indispensable en la educación y dedicarles tiempo de calidad, es el mejor regalo que se le puede hacer a un/a hijo/a.