En estos tiempos peculiares, sorprende ver a personas que deciden actuar mayoritariamente en base a una norma externa dada: permiso o prohibición; y a otras que lo hacen basándose en el entendimiento de qué tipo de comportamiento llevará a qué tipo de consecuencia probable. Y entristece su enfrentamiento.
¿Nos guiamos por las normas y así nos sentimos seguros?, ¿o bien nos guiamos por la lógica del contagio / salud y así nos sentimos seguros?
Una dicotomía algo falsa, como la mayoría, pero que puede situarnos en un escenario de conflicto entre semejantes: con nuestros familiares en estos días de encuentro familiar presencial limitado.
– «El decreto permite x personas, lo cumplimos. No pasa nada: estamos a salvo.»
– «Permaneceré alejado de ti y con las ventanas abiertas en la cena de nochevieja. Pasaré frío. No pasa nada: estamos a salvo.»
– «Nos permiten reunirnos alrededor de una mesa sin mascarilla. Nos las quitamos. No pasa nada estamos a salvo.»
– «Prefiero saludarte con un abrazo de espaldas. No pasa nada, estamos a salvo»
Cualquiera de nosotros puede decir una de estas cuatro expresiones. La cuestión es qué hacemos el resto al oírlas. ¿Respeto?, ¿convencimiento?, ¿deseos de que el otro actúe como nosotros?, ¿apertura al cambio?…
Si aprendemos a separar personas de conductas, habremos dado un paso en la dirección del entendimiento y el bienestar emocional, sin duda. Si nos obcecamos en la simplicidad del ganar / perder o del «esta persona es así por actuar asá«, ciertamente nos estaremos hundiendo en el agujero de nuestro conflicto.
No ganas si en una negociación pierde el que negocia contigo, dice Miguel Udaondo muy acertadamente en su libro «Comunica. Las claves de la comunicación para el liderazgo«. Y es que si nos seguimos empeñando en estar por encima del otro, la soledad de la victoria nos ahuecará la tristeza. Si pierde tu rival, a la larga tú has perdido. El puente de plata que llamamos en mediación a la posibilidad de una «derrota» dulce es otro enfoque que se sitúa en el mismo grupo de estrategias de comunicación / negociación / diálogo que nos provocan una cercanía entre las personas y nos ofrece una «cooperación de grupo».
Ciertos contextos humanos derivados de la estructura social pandémica, nos invitan a florecer la creatividad. Es ahora cuando estrategias que busquen la funcionalidad de las conductas prosociales de siempre, mediante una expresión diferente debieran aflorar. ¿Qué queremos? Abrazar. No, no queremos abrazar, queremos sentirnos cerca de ese ser amado con un gesto de cariño. Solemos abrazar y eso funciona. Ahora abrazar nos pone en riesgo de contagio. Pues demos un abrazo de espaldas. Saludemos con el corazón.
Las acciones que implican interacción social las llevamos a cabo buscando un fin, un objetivo que si se satisface, la conducta tiende a mantenerse en el tiempo. Busquemos una conducta alternativa a la que venimos haciendo pero que siga satisfaciendo el fondo, el para qué de lo que queremos hacer.