El trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDA-H) en sus tres subtipos (predominantemente desatento, predominantemente hiperactivo-impulsivo y de tipo combinado) es de los problames psicológicos más frecuentes en la población infantil. Aparece en el 5% y posee un componente hereditario, que lo hace más fácilmente identificable. Se da en 9 niños por cada niña. La probabilidad de tener el trastorno si uno de los padres lo tiene ronda el 30%; si uno de tus hermanos lo padece sube cerca del 50%, y si es tu gemelo (monocigótico) el que lo padece, la probabilidad de que lo tengas tú es de más del 80%.
Hoy en día no existen pruebas «médico-biológicas» fiables y determinantes que diagnostiquen este trastorno; por lo que su identificación se basa en pruebas psicométricas (test psicológicos) y entrevistas a familiares y a profesores realizadas por un profesional sanitario (psicólogo o médico).
No existe una solución a este problema; sino una correcta identificación, una adaptación del entorno familiar y escolar a las características de la persona, y un entrenamento en los déficits y en el control de los excesos presentados por estas personas.
Ya en 2001 la Sociedad Española para la promoción de la Psicología Clínica y de la Salud SEPCyS destacaba que que el tratamiento que ha venido siendo más eficaz para abordar este trastorno es el entrenamiento a padres, madres y profesores sobre cómo abordar a estos chavales.
Un buen diagnóstico, una buena adaptación en metodología académica y un correcto estilo educativo parental, hacen que estas personas puedan desarrollar su vida con todo su potencial y sin especiales barreras.