«Luchar contra la adversidad», «Superar una enfermedad»,… son actitudes loables, que implican lucha, sacrificio, victoria, objetivo cumplido,…
¿Y si nos planteáramos la enfermedad como un acompañante para ser más fuertes?, como una oportunidad para crecer y conocernos mejor a nosotros mismos. No es una actitud nueva para quien dice haber aprendido de LA enfermedad; no de SU enfermedad.
Sentir dolor, incomodidad, malestar, vergüenza, miedo,… es muy humano; y no es nada agradable; pero no deja de ser parte del camino de la vida. Vivir feliz no es vivir anestesiado, u «orgásmico»; sino tener la certeza de que los sentimientos agradables y satisfactorios, ganan por goleada a los del grupo del sufrimiento.
Dicen los más sabios que siempre estamos aprendiendo. Y cuanto más se sabe, más se sabe lo que nos queda por saber,…
Animo a todas las personas que están conviviendo con una enfermedad que día tras día les recuerda su presencia. Les deseo que reenfoquen su malestar hacia el aprendizaje de nuevas fronteras propias,… y ajenas. ¡Animo!