Tras leer un artículo científico interesantísimo de Ana Berástegui, de la Universidad de Barcelona (2007) sobre «La adaptación familiar en la adopción internacional: un proceso de estrés y afrontamiento», me gustaría compartir la idea de esta investigadora de dar un peso específico a variables moduladoras de la adaptación del niño adoptado y replantear algunos de los criterios que hasta ahora se tienen en cuenta y que tienen que ver con cuestiones sociodemográficas.
Me refiero a la gestión del estrés en la familia, sus recursos emocionales utilizados habitualmente y las expectativas que se elaboran en relación a cómo va a ser todo y qué harán si no es todo tan de color de rosa. ¿hasta qué punto se tienen en cuenta estas variables en lugar de la «estabilidad del trabajo», los recursos económicos,… de la familia de adopción?
Cerca de entre el 1% y el 1,5% de estas adopciones acaba con la ruptura, y la marcha del menor del domicilio para ser acogido habitualmente por una institución.
Como contrapartida también sabemos que si comparamos familias con menores que muestran problemas de adaptación, conductuales, emocionales, etc. como en ocasiones, y sobre todo le primer año, muestran algunos de los menores adoptados internacionalmente; el pronóstico es sensiblemente mejor para los adoptados que para los menores con padres y madres biológicos.
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