Todas las entradas de: Luis De la Herrán

Luis de la Herrán es Psicólogo Clínico en el Centro Delta desde 1997 y como Mediador para la convivencia en equipos de trabajo. Es autor de publicaciones y colaborador en medios de comunicación. Ver más

Perder el tempo acudiendo al psicólogo

Está claro. A estas alturas de la película no estamos nadie para perder el tiempo,… y mucho menos dándole vueltas a los temas sin llegar a ninguna parte, mareando la perdiz y sin saber si esto acabará algún día…

Eso piensan muchos, con razón, cuando por un instante, valoran la posibilidad de acudir a un colega de profesión a consultar algo que nos viene preocupando desde hace tiempo.

Y es una lástima. Todos los psicólogos no actuamos de la misma manera. Para mí es triste y a la vez satisfactorio ver cómo una familia, avanza con el comportamiento de su hijo más en un mes de evaluación e intervención que en dos años de terapia con otro psicólogo…

¿Y por qué? Simple. Cada enfoque psicológico, cada manera de entender el comportamiento, las emociones y las ideas de las personas, deriva su propia intervención, su propio estilo, su propio abordaje.

Como el de tantos colegas de profesión, nuestro estilo se llama cognitivo-conductual.

Pasad un buen fin de semana!

 

Todo va bien… ¡pero podría mejorar!

Hablamos de las actitudes perfeccionistas y exigentes . Hay personas que parecen no estar satisfechas nunca con las bondades o los acontecimientos que les toca vivir; o con los que les rodean, o consigo mismos…, ¿por qué?

Es posible que no percibamos una coherencia entre lo que vengo llamando desde hace algún tiempo, «las tres ex»: expectativas, exigencias y experiencias.

Las EXPECTATIVAS  son aquellas ideas previas que exigimos fuera de nosotros, a lo que o a quien nos rodea, para que se comporten o actúen de la manera que mejor nos conviene a nosotros.

Las EXIGENCIAS  son las demandas internas que nos hacemos a nosotros mismos para conseguir determinados objetivos; es lo que nos pedimos a nosotros.

Y las EXPERIENCIAS realmente es lo que finalmente ocurre.

Si conseguimos que exista consonancia entre las tres ex, habremos conseguido contribuir un poco más a nuestro bienestar…

Y este post no habla de la crisis… ¡que ya está bien! 🙂

El estrés «bueno» y el estrés «malo»

¡Tanto nos gusta a los humanos simplificar nuestras calificaciones (quizá por economía mental) que tendemos a hacer clasificaciones dicotómicas. Pues vamos a ello.

La reacción del cuerpo ante una demanda que no podemos satisfacer y su consecuente «ruptura» bio y fisiológica; es decir, el estrés, podemos clasificarlo como  bueno o malo.

A los psicólogos, y a mi especialmente, no nos suele gustar utilizar esas expresiones, porque implican moral y valores. Los psicólogos no deberíamos entrar ahí. Pero sí en los efectos de nuestros comportamientos y emociones en nuestro cuerpo.

El estrés «bueno» o EUSTRÉS es el que «nos pone las pilas». Cuando voy a la oficina, me gusta que haya asuntos que resolver, me encanta cuando a base de hablar con uno y otro van saliendo las cosas… un día sin hacer nada es un día la mar de agobiante…

El estrés «malo» o DISTRÉS, es el que nos afecta y nos perjudica. Nuestro cuerpo responde, automáticamente con indicadores de «ruptura fisiológica y biológica». Me dijeron un viernes que el proyecto es para una semana. Imposible, deberé quedarme hasta tarde, cancelar mis citas personales… no llego, fijo que no llego y además sale un churro… ¡asco de trabajo!… Llevo dos dias sin pegar ojo, me duele la cabeza, pierdo el apetito,…

La Afectividad y la Sexualidad en la infancia

A los padres y madres puede que nos asuste este tema; pero está ahí. ¿Cómo lo abordamos?,¿cómo respondemos a nuestros hijos e hijas cuando nos preguntan cosas como: «¿A mi cuándo me va a salir barba?, ¿por qué vosotros dormís juntos?, ¿qué es hacer el amor, yo quiero hacerlo…?, ¿por qué tienes un pañal pequeñito manchado de sangre?…

Esas y otras muchas preguntas pueden incomodarnos y puede que nos dé la sensación de no estar preparados para ellas.

Dos reomendaciones: responder lo más natural posible y apelar a la intimidad. Lo de natural es evidente: aprenden cómo les decimos las cosas mas que lo que les decimos… El concepto de intimidad es clave para que sepan circunscribir su sexualidad y su afectividad al contexto propio y adecuado que con nuestros valores como padres y madres les inculcamos.

«Me han timado»…

Cuando alguien, con dotes notables de amabilidad y comunicación consigue hacer creer a otra persona que tiene ante sí un chollo, una oportunidad única; algo que no debe dejar pasar… estamos hablando de un manipulador.

Existen muchas personas cuyos valores éticos son sencillamente inexistentes, y cuyo objetivo es lucrarse a costa de las personas incautas y de buena fe.

La prevención de este tipo de trampas está en el control de los impulsos del vulnerable. Es decir, que debemos apelar a la demora del refuerzo, a retrasar ese premio que inminentemente va a tocarnos, debemos esperar a disfrutar de las llamativas ventajas de dichas condiciones preferentes,… para pensar y contrastar la información con otras personas, con otras fuentes,…

Nuestro cerebro racional debería estar por encima del emocional. El lenguaje interno aquí es fundamental: «parece tan fácil que debe tener trampa», «no puede ser que sólo yo sea el elegido», «¿y por qué tanta prisa porque dé mi consentimiento y firme?»,…

¡Nadie da «duros a peseta»; nadie. Y si alguien los da, es porque luego piensa cobrarse luego veinticinco!

«Síndrome de Alienación parental SAP», ¿es tan importante debatir sobre si existe o no?

«Mi hijo no quiere verme; mi ex me odia y está consiguiendo que él me odie también… Ya no quiere verme». Esta frase podemos ponerla en boca de muchos padres o madres que ven cómo el otro progenitor va haciendo un «lavado de cerebro» al hijo o hija: «Mamá buena; Papá malo»

Hay quienes creen ver un síndrome en esta situación. No es tan importante catalogarlo, clasificarlo y medirlo, como evaluar el daño emocional y proponer soluciones.

En ocasiones las profesiones sanitarias tienen sus defectos, y los psicólogos no nos libramos de algunos de ellos: clasificar y diagnosticar más que ayudar.

Centrémonos en el caso concreto, en las actitudes, los sentimientos, las conductas,… y propongamos caminos de comunicación efectiva; aparcando nuestras emociones «de adultos».

Tenemos un menor delante nuestro, que no es ni culpable ni responsable de nada. Tratemos los temas de adultos en foros de adultos; como si lo fuéramos…

¿Y qué hago ahora con este descontento?

La crisis, las deudas, el paro, el super-iva, los super-impuestos, los políticos corruptos, … son escenarios que pueden favorecernos sentimientos de descontento en el mejor de los casos, y de desesperación en el peor.

Se está notando un incremento de las consultas de psicología en relación a este tema (a la gente le preocupa), a la vez que se nota el decremento de personas que acuden al psicólogo por razones puramente económicas.

Entonces, ¿qué podemos hacer?. Esa el la clave: hacer. No podemos quedarnos sentados lamentándo nuestra mala suerte, sufriendo en silencio las injusticias que realizan algunos bancos y llorando porque la estructura social, política y mundial es insostenible a largo plazo.

Pongámonos en marcha. Para abandonar esos sentimientos incómodos, vamos a hacer: hablar con amogos y compartir ideas, proyectos e iniciativas, salir a la calle a protestar por lo que no nos parece justo, pedir un cambio a quien corresponda, firmar peticiones en la red, crear un blog de protesta, asociarse, organizarse,… pero sobre todo «hacer».

Pero cuidado, disfrutando de las acciones, no poniendo quiméricas perspectivas en nuestro horizonte porque, recordemos: lo importante no es llegar, sino caminar.