Verano a las puertas del calendario. Parece una esclavitud. Primavera dando sus últimos coletazos. Me miro la espejo y ¿qué veo? El cuerpo que tengo en mi cabeza no es el que se refleja delante de mí. Mi ideal de muslo, de pantorrilla, la idea que existe en mi mente de la fortaleza que tiene mi brazo o el perfil de mi nariz, no es la que tercamente se empeña el espejo en devolverme.
Este tipo de situaciones emocionales y otras parecidas existen entre nosotros. Llega el buen tiempo y nuestras expectativas a la hora de pensar sobre nuestro cuerpo, en ocasiones chocan con la terca realidad.
Cuerpos diferentes, cuerpos distintos. cuerpos grandes, cuerpos delgados, altos y bajos, anchos y estrechos. Nuestros cuerpos. Son esos, no otros, y nos acompañarán, cambiando, sin duda, a lo largo de toda nuestra vida.
¿Qué vemos cuando nos miramos al espejo? Llega el verano y con él los riesgos de obsesionarnos con nuestra imagen.
No se trata tanto de cómo los cambiamos, moldeamos y tallamos para hacer coincidir dichas expectativas con el perfil reflejado; sino de modular, pulir y limar dichas expectativas o exigencias frente a nosotros. ¿Cambiar lo de fuera o cambiar lo de dentro?
Como casi siempre, en las preguntas trampa, lo adecuado es formular una nueva pregunta. ¿Cuál es la tuya? Visítanos en Centro Delta Psicología en Bilbao y te asesoramos.