Archivo de la categoría: artículos de opinión

Adolescentes. Anonimato. Redes sociales.

foreveryoungVaya mezcla. Pero es lo que hay hoy en día. Nuestros adolescentes están a un click de muchísima gente, de otros adolescentes como ellos; en ocasiones desorientados, en otras seguros… pero conviven todos en una «plaza virtual» muy accesible, y difícil de controlarla desde el mundo de los valores de los adultos que educamos.

Entonces… ¿cuál es la manera de evitar riesgos?, ¿cómo podemos hacer que no caigan en manos de depravados, desaprensivos…?

La manera ya está hecha. El trabajo ha sido hasta la adolescencia. Los valores ya han sido inculcados (o no) hasta los 12 años… y ellos y ellas saltan a la plaza pública por antonomasia y se defienden de personas con otras prioridades…

Padres y madres de adolescentes: llegamos tarde, pero podemos arreglarlo.

Padres y madres de niños/as: estamos a tiempo: eduquemos con cabeza y corazón.

Conclusiones de la I Jornada de Debate Clínico en el COPB

comienzoHoy, día en el que los profesionales de la psicología celebramos nuestro patrón, Juan Huarte de San Juan (1560-1578), vamos a sintetizar algunas de las ideas y expectativas que aparecieron el pasado sábado en la I Jornada de Debate Clínico organizada por la Comisión de Psicología Clínica y de la Salud del Colegio Oficial de Psicología de Bizkaia, de la que soy miembro. Aforo máximo de la sala: 100 personas; otras 100 se quedaron sin plaza…

Una persona realizaba una demanda concreta y seis profesionales, seis, acudieron sin embargo con una notable actitud conciliadora y a la vez reivindicativa de sus premisas, puntos de vista y enfoques.

Pudieron escucharse enfoques corporales, sistémicos, transaccionales, integrativos, psicoanalíticos, conductuales, de interacción recíproca,… ¿Fue un diálogo de sordos?. No.

Buscamos entre todos los puntos en común, lo que nos une como profesión, al margen de nuestras evidentes diferencias metodológicas, filosóficas, epistemológicas y de enfoque. Lo fácil hubiera sido buscar diferencias, enfrentar, intentar convencer,… pero no.

Creo que atisbamos, aun de lejos, ese tercer espacio del que tan acertadamente nos habla William Ury; y que resulta ser la zona común, el origen y el interés de todos los que acudimos el sábado a esta cita: la salud, el acompañamiento de la persona que acude en ayuda profesional, buscar su bienestar, ayudarle a eliminar sus demandas emocionales que le hacen sufrir, enseñarle a entenderse para mejorar, mantener una relación segura y cálida, mostrar apoyo incondicional,…

Apelamos en varias ocasiones a la metáfora de la casa. La persona que acude a un profesional de la psicología busca poner en orden su «casa». Y cada enfoque entra por una «ventana» diferente, pero todos mantenemos el objetivo de ayudarle a mejorar desde la ética y deontología profesional que nos caracteriza.

Y como todo no iba a ser de color de rosa, también se evidenciaron diferencias radicales en la concepción de ciencia (positivismo versus teoría cuántica), en la evidencia empírica que aporta uno u otro enfoque, etc.

Nuestra satisfacción como comisión fue máxima porque comenzamos a andar un camino de encuentro entre nuestra profesión, históricamente tan poco corporativista. Comenzamos a ver que sí existen espacios compartidos que nos ayudan a soñar con un futuro en el que cada enfoque pueda aportar, desde la sinceridad y la ética profesional, sistemas que mejoren el bienestar de las personas que acuden a nosotros en busca de ayuda.

Me quedo con este paso, con este encuentro entre diferentes con un núcleo en común: la salud de las personas que acuden al psicólogo. Daremos más pasos, seguro.

Cicatrices de pirata

piratas-asterixLa vida nos hiere, nos duele, pasa por encima de nosotros en ocasiones haciéndonos «sangrar»… Son vivencias duras, inesperadas, incómodas,… que nos hacen sufrir… y van dejando un rastro en nuestra historia, en el relato de quiénes somos. Dicen de nosotros por dónde hemos caminado y por lo que hemos pasado. Están ahí, no pueden moverse, ni cambiarse; no podemos dar marcha atrás al tiempo… ni falta que hace.

Pero sí podemos re-interpretarlas, re-elaborarlas, re-valorizarlas y re-escribirlas…

Podemos convertirlas en hitos sobre los que estar orgullosos; experiencias que nos han marcado y nos han hecho aprender que «…(complete usted el texto entrecomillado)…».

Sin aquella experiencia en el momento vivida de manera nefasta, yo no hubiera valorado la «… (complete usted…)…»

De no haber sido por aquel día, no estaría ahora en «…(complete…)…»

Ahora me doy cuenta que a raíz de aquello, valoro de otra manera los «… (vuelva a completar)…»

Ya no soy el mismo, ahora la vida me ha enseñado que no merece la pena «…(la última vez que completa, lo prometo)…». Mi mujer me dice que ahora me tomo las cosas con humor de tal manera que «…(ups, sí, sí, lo siento, ésta ya la última…, je je je)…»

La vida nos deja marcas, cicatrices, restos de su paso por nosotros, medallas que nos recuerdan que hemos vivido la vida. Pero somos piratas. Piratas orgullosos de sus andanzas, hazañas y gestas en las que hemos dado todo. Mostremos a nosotros mismos las medallas que el tiempo forja en nuestra experiencia.

(¡Gracias a Manu por la inspiración!)

Morir de éxito, ¿es posible?

nubesParece que una de nuestras fantasías es conseguir metas, llegar a objetivos que nos harán (en el futuro) sentirnos bien, plenos, dichosos,… Pero ¿qué pasa cuando lo conseguimos? Muchas veces hablamos de conseguir metas, de disfrutar de caminos, pero cuando llegamos… ¿qué hacemos?, ¿qué peligros nos acechan?

Aconsejar al que no tiene, para que se conforme: un clásico. Aconsejar al que tiene para que disfrute: un reto. Ahí voy.

Vale, ya lo tenemos, estamos donde queríamos. Ya está. ¿Y mañana qué hacemos?, ¿cómo nos replanteamos nuevas metas, nuevos objetivos,…? ¿creemos que también lo siguiente podremos conseguirlo?, ¿cómo nos sentimos respecto a las personas que «aún lo siguen intentando»?

Peligro número uno: creerse más que los demás por tener más o haber conseguido más. Hace unos días tú eras de «esos», ¡cuidado! Lo sigues siendo. Y tus logros pueden desaparecer. Entonces sólo quedarás tú.

Peligro número dos: pensar que la suerte nos sonreirá siempre. Ya lo dice el proverbio japonés: «nunca se halla uno tan desencaminado como cuando cree conocer el camino»

Y como reza la terapéutica historia de Anthony de Mello: «El industrial y el pescador» en su Canto del Pájaro:

– Y ahora, industrial, que lo has conseguido todo, ¿qué harás?- preguntó el pescador.

– Pues me sentaré a descansar y disfrutar de la brisa de la mañana….

A lo que el pescador le respondió:

– Y qué crees que estoy haciendo yo ahora?»

Cuando lleguemos, si llegamos, deberemos tener mucho cuidado, vigilar nuestros pasos, anticiparnos a los fracasos, aprender de los que no llegan, y bajarnos al «aquí y el ahora», a la tierra real. De lo contrario nos perderemos en las nubes de la riqueza, que son sólo eso: nubes.

Pérdidas inesperadas

perdidas inesperadasParece que va a aparecer por la puerta como siempre… La tristeza es absoluta. La desolación nos traga en un agujero negro, invisible, sinsentido e infinito.

Cuando perdemos a un ser querido, a alguien importante que siempre ha estado ahí cerca, nos venimos abajo. Nos quedamos perplejos si la pérdida es de un día para otro. Como si tuviera que avisarnos alguien para ir haciéndonos a la idea.

La vida es muerte; mejor dicho, en la vida está la muerte, es su contraportada; pero no queremos verla; hacemos como que no existe, para aliviar momentáneamente nuestro dolor. Posponemos la certeza de que todo lo que comienza, acaba… pero hay más. No hay sólo eso. No todo es vacío y desolación.

Tras un tiempo inevitable, tras unos días, semanas y meses vagando por la oscuridad de nuestros sentimientos, podemos encontrar luces, destellos, atisbos de vida; de nueva vida; de otra vida. La siguiente vida, otra que se abre camino. La vida de otra persona, que hasta entonces no es nadie pero que puede llegar a serlo.

Y volvemos a empezar. Es duro terminar. Es duro parar. Es duro decir adiós. Pero ¿y los que ahora nos necesitan?, ¿y otras personas que pueden llegar a ser importantes otra vez?, ¿y los nuevos sueños?. Tras esperar,… pueden aparecer.

La vida es como una cadena, una sucesión de nacimientos, vidas, muertes,… y nacimientos de nuevo.

Démonos tiempo para ver todo esto. Como la tortuga de «Momo», de Michael Ende. despacio, pero hacia delante. Es el único camino.

Cuando el dolor nos puede

dolorHay ocasiones en que las emociones nos paralizan; el dolor nos agrieta por dentro y el miedo nos congela.

Somos pura emoción, no respondemos a razonamientos, ni a teorías, ni a lógicas,… sólo sentimos; y de tal manera que se nos paraliza aquello, sea lo que sea, que nos diferencia de nuestros primos los animales cuadrúpedos.

Cuando perdemos a un ser querido en un accidente, cuando leemos el mail que nos explica que nos deniegan «hasta nuevo aviso» la recogida de nuestro hijo adoptivo, cuando la enfermedad «se complica» y la médico se retira discreta, con gesto compungido,…

Son momentos para el dolor, para el sufrimiento… ¿Qué sentido tiene?, ¿por qué?…

Cuando no hay respuesta a algunas preguntas… es que no son las preguntas. Son otras.

Tras la fase inicial del choque, del susto, del impacto,… vienen otras preguntas: ¿Qué podré hacer frente a los demás con este dolor?, ¿cómo podré aprovecharlo para enfocar hacia algo bueno?. ¿cómo valoro otros aspectos de mi vida una vez tengo claro que «lo malo» estará ahí?, ¿cómo puedo crecer «aún» teniendo este dolor?, ¿puedo hacerlo?, ¿mi actitud está determinada por eso negativo, o puedo elegir sonreír?, ¿aún así me siento más afortunado que otros?,…

Soñar en fiestas…

principeazulno«¡Va a ser la fiesta de mi vida!», «¡vamos a disfrutar a tope!», «¡voy a desfasar hasta caerme muerta!»,…

En verano llegan las fiestas de aquí y allá y las expectativas que nos hacemos, a veces sin darnos mucha cuenta, son bastante altas. ¿Quién no ha pensado alguna de esas ideas un día antes de quedar con esos amigos para bajar al sur?

¿Pero realmente todo va a ser tan alucinante?… Tendrá momentos buenos, inolvidables quizá; pero no nos engañemos: habrá veces en las que nos cansaremos de ese pesado de turno, nos quemaremos por el sol, nos dolerán los pies, el chico al que «perseguimos» bailará con mi amiga,… y tenemos el riesgo de pasarnos al otro extremo:

«¡Vaya mierda de verano!», «Paso de volver a quedar con éstas porque nunca nos ponemos de acuerdo a dónde ir», «Me han dejado, es el verano más triste de mi vida»,…

Sinceramente, ¿aquellos y éstos pensamientos son verdad?, ¿Se trata de saber qué es LA verdad?.

Se trata de que sepamos cómo acudir a este verano, a estas fiestas, con qué «cosas» en la cabeza, para evitar frustraciones. Deberemos tener un poco claro lo que esperamos, lo que de verdad puede darnos esa realidad, y lo que nos pedimos a nosotras mismas.

¡¡El príncipe Azul destiñe!!

Hogueras: empezamos de cero.

hoguerasAyer tuvimos la noche más larga del año; y en muchos lugares prendimos fuego a maderas, basuras, cartones, impresionantes obras de arte que no pudieron salvarse de la indulgencia de los jueces; e incluso los libros del colegio que con tanto o tan poco ahínco han devorado nuestros hijos.

Podemos dar un significado al fuego: purificación, hacer borrón y cuenta nueva y empezar de cero, terminar con lo antiguo para pasar a lo nuevo,…

Esa es una actitud que repetimos las personas con cierta frecuencia y que nos ayuda a salir de nuestros automatismos. Cuando comienza el año nuevo, también podemos  hacer promesas de comienzo; exigencias hacia nosotros mismos para realizar nuevos comportamientos, rutinas, hábitos,… y al fin y al cabo, nuevos caracteres; nuevas maneras de presentarnos ante el mundo y ante nosotros mismos.

No hace falta una noche de hogueras para comenzar; pero los símbolos pueden ayudar. No hace falta ver un nuevo calendario en la pared para decirnos a nosotros mismos: «ahora debo empezar una nueva vida, soy el mismo de siempre, pero algunas actitudes, rutinas, comportamientos los voy a cambiar porque yo lo he decidido; y al que no le guste… que no mire»

Es nuestro momento. Comencemos.