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No para de llover… ¿y el sol?

IMG-20130522-WA0001Hay quien dice que el tiempo atmosférico afecta nuestro estado de ánimo… y dice bien; pero no sólo eso. En los países del norte de Europa históricamente ha habido un alto número de índice de suicidios; aunque datos del 2009 nos hacen pensar que no sólo la ausencia de luz solar el factor que contribuye a acabar con la propia vida; sino que vaya usted a saber qué otras variables están presentes en: Lituania, Hungría, Letonia y Estonia…

Pero sin llegar a esos extremos, es vox populi, que la ausencia de sol y la presencia repetida de agua y nubes favorecen comentarios del tipo: «¿es que no llega aquí el verano?, me voy a deprimir… no puede ser… todos los fines de semana hace malo…»

La climatología puede influir en nuestro estado de ánimo, pero NO directamente, sino de manera indirecta. Me explico.

Los filtros cognitivos que aplicamos a las cosas que vivimos: las valoraciones que realizamos, las opiniones, nuestros prejuicios, las generalizaciones, las abstracciones selectivas, nuestras predisposiciones,… mediatizan las emociones que sentimos. Si no ¿cómo explicaríamos que ante una casa «en ruinas» (aún no han terminado las obras de mejora y acondicionamiento…) sintamos ilusión por nuestra futura vivienda? Cómo entenderíamos que ante un día de frío y nieve; en el que no podemos salir a realizar nuestro tan deseado paseo dominical… nos consideremos unos afortunados al ver por internet que ha habido una catástrofe en…

Es decir, la influencia de la climatología no es ni de lejos determinante para nuestra felicidad; y siempre pasa por el filtro de nuestras valoraciones. La actitud que tomemos ante las nubes, el sol y los rayos y truenos, será lo que nos determine nuestro buen ánimo este fin de semana…

«Ya, ya, todo eso está muy bien… pero que el fin de semana que haga bueno!»

¿Fracasar o aprender?

edisonThomas Alva Edison, tras la pregunta de un periodista que le recordó que había fracasado casi en mil ocasiones antes de conseguir que el filamento de tungsteno no se vaporizara, le respondió: «no fracasé, sólo descubrí 999 maneras de como no hacer una bombilla.» Todo depende de la perspectiva.

En Silicon Valley la frase es: «algunas veces gano, otras aprendo».

Revisemos los fracasos que hemos cosechado, nuestras metas frustradas, nuestros propósitos encerrados en un cajón y nuestras canas, que dicen que el final del camino está cada vez más cerca, y que seguimos con ese espíritu de: «¿…y si…?»

El Dalai Lama aporta: «El éxito y el fracaso dependen de la sabiduría y la inteligencia, que nunca pueden funcionar apropiadamente bajo la influencia de la ira». Y nos añade otra pista: la elección del momento emotivo para tomar decisiones y valorar nuestra historia.

Así que, buen comienzo de semana a todos y todas. Re-enfoquemos y vayamos disfrutando del camino.

 

¿El acoso escolar ha pasado de moda?

colegio pizarraHace unos años, nos encontrábamos noticias como la tragedia de Jokin, ese chico de Hondarribia que se quitó la vida saltando desde la muralla…

¿Es que ya no ocurre en las aulas? En los centros que no han aplicado medidas preventivas y de intervención directa; continúa pasando. En los que han tomado cartas en el asunto, han formado a profesorado, alumnos, hecho grupos de intervención, campañas de prevención, de potenciación de la actitud cooperativa, incluso a nivel estructural del centro,… han reducido el índice según el cual un alumno utiliza su superioridad para machacar a otro sistemáticamente.

 

¿Las pantalla nos aísla o nos conecta?

pantallaPreguntas para la reflexión. Móvil, tablet, ordenador,… cada vez más pantallas pidiendo nuestra atención. ¿Es bueno?, ¿engancha?, ¿hace que pierda socialización o que la gane?

La bondad o maldad la marcaremos nosotros mismos. Cuando estamos físicamente con un grupo de amigos y «virtualmente» con otro grupo de whatsapp… realmente deberíamos hacernos preguntas como ésta: ¿Con quién quiero estar yo ahora?, ¿Cómo les sienta a los unos y a los otros si mi respuesta es: «con los dos grupos a la vez»?, ¿Qué le pido a un amigo cuando estoy con él?, ¿Qué espero del otro cuando me comunico con él?

Cuando mando mensajes, chateo,… ¿me siento más satisfecho?, ¿me expreso todo lo que quisiera?, ¿me quedo corto?, ¿me escudo en el desfase de respuestas para adecuar mi frase a lo que acaba de decir omitiendo toda la comunicación no verbal que me sale al ver su escrito?

Creo que no podemos volver a la vida sin pantallas. Tenemos que saber cuándo usarla y para qué.

Si cuando descubrieron la electricidad más de uno y más de dos se llevaron las manos a la cabeza y pronosticaron un mundo inhumano con peligrosos cables… Es cierto que a veces electrocutan,… pero si tenemos cuidado nos dan mayor calidad de vida.

«Todo es dolor»

mafalda-dolorEn ocasiones debemos hacer caso a lo urgente, a lo que nos pide una atención extraordinaria e inmediata: el dolor.

Cuando una parte del cuerpo nos duele tanto como para paralizar o dificultar nuestra vida cotidiana, entonces se nos abre una oportunidad para no dejar que sea ése el centro de nuestra vida, sino que aprendamos de él para valorar los disfrutes de la vida.

Las operaciones, los tratamientos, las intervenciones médicas en general… pueden causarnos dolor e incomodidad. Nuestra a actitud ante el daño físico no es efecto ni consecuencia de dicho daño; ni mucho menos. Somos modelos continuamente de otras personas y de otros comportamientos. Aprovechemos esta oportunidad para estar por encima del dolor, y actuar riéndonos de él, relativizándolo, sabiendo qué aspectos de nuestra vida son esenciales y no dejaremos de experimentarlos o hacerlos aunque tengamos dolor… y cuáles son prescindibles.

 

Cuando digo «no» me siento culpable…

no-1Negarnos a una petición de los demás es casi un arte; negarse sin molestar, no ceder ante presiones que consideras excesivas, sonreír ante las propuestas inaceptables… Eso es decir que «no».

Pero, ¿qué pasa cuando nos cuesta negarnos a una petición?, ¿qué pasa dentro de nosotros cuando no podemos negarnos a algo y finalmente lo acabamos haciendo?, ¿cómo nos sentimos inmediatamente cuando la respuesta que nos da nuestro «razonamiento» es «no», pero nuestra boca dice «sí». En ese instante, es posible que haya deseos de agradar, de no ser juzgado, de conservar la imagen de no desagradar al vecino,… todos ellas, ideas muy loables, pero que en el fondo hace que evitemos el «enfrentamiento», o el momento «molesto en el que decimos: «no, no me gustaría acompañarte aunque tenga tiempo».

En ese instante en el que nos comportamos de manera asertiva, y decimos lo que pensamos sin perjudicar al interlocutor, podemos elegir entre dar explicaciones para nuestra negativa, o simplemente negarnos.

Justificarnos, explicarnos, dar razones, «que nos entiendan» cuando decimos un «no»… no son más que excusas para no afrontar frente a los demás el hecho de que hemos decidido no hacer aquello o no ayudar en eso otro.

Por lo general no estamos muy acostumbrados a poner como única explicación nuestros deseos, nuestro criterio y nuestra decisión: aspectos estos inapelables e irrebatibles.

Cuando decimos que «no podré cuidarte a los niños esta sábado» y el motivo es que no me apetece, creo que no es lo adecuado, no me siento cómodo haciéndolo, creo que puedes pedírselo a otras personas, etc. Nuestra respuesta debería ir sustentada en nuestra decisión, no en la excusa de que ese sábado, justamente, «es el partido de fútbol de mi hijo el mayor…» Porque de hacerlo así, nos volverán a pedir el favor para a semana que viene. Y la encrucijada se repetirá siete días después…

 

La sexualidad y la afectividad hasta los 12 años

Esta entrada es más larga de lo habitual.


papaymamaHablemos de sexo.
Así se titulaba aquel programa de la Dra. Elena Ochoa que quizá irrumpió en nuestras vidas hace ya tiempo. Escuchar a esta psicóloga y a sus invitados puede que nos permitiera cierta licencia para sacar «el tema» con los hijos… ¿Pudimos borrar algunos mitos y prejuicios sobre las relaciones sexuales y afectivas entre las personas?

¿Cómo enfocamos el tema con los hijos e hijas?: naturalidad. Es lo que se pide a gritos desde las consultas de los profesionales sanitarios; sean éstos médicos o psicólogos. Naturalidad es lo que voy a intentar proponer en este espacio que amablemente me brindan mis compañeros del colegio.

Antes de entrar en harina, recordemos la frase con la que nuestros hijos nos miran: «no me hables, déjame ver…» Aprenderán, no por lo que les decimos, sino por lo que nos ven hacer. Hablemos menos y hagamos más.

De manera concreta mi intención es doble: por un lado reflejar muy someramente en unas líneas los hitos principales del desarrollo de la afectividad en los niños y niñas hasta los doce años, y por otro poder exponer el abordaje más efectivo desde la familia ante conductas que, aún todavía, nos siguen sorprendiendo.

Las horquillas de edad son orientativas, y cada niño y niña tiene su propio momento de desarrollo.

Desde el nacimiento hasta los dos años la afectividad de los bebés se concreta en su risa, sus caricias, sus «besos mojados», la expresión de su desnudez y tocamientos propios y ajenos. Sabemos que en esta etapa sienten curiosidad, buscan la satisfacción física, el placer, la atención de los demás y sentirse protegidos, queridos. Estas suelen ser los motivos por los que se expresan afectivamente.

Desde los dos a los seis años la cosa se complica un poco. Los niños pueden expresar su afecto y sexualidad mediante tocamientos propios y ajenos, pueden explorar su cuerpo y encontrar placer en ello (masturbación). Si algo es placentero, tenderán a repetirlo; por lo que es conveniente circunscribir las actividades de darse placer a uno mismo a un contexto determinado: la intimidad.

Es una época en la que ellos y ellas copian gestos y conductas afectivas, como dar besos en la boca, dar abrazos, y pueden canalizar estas expresiones mediante juego simbólico con sus muñecos (por ejemplo, desnudan a los muñecos, les bañan, les hacen darse besos,…). Lo que ven, lo copiarán. ¡Cuidado con lo que ven!

¿Qué buscan entonces de los dos a los seis años?, lo más probable es que persigan el placer físico inmediato y durante un corto periodo de tiempo. También quieren satisfacer su curiosidad, la atención de sus adultos y otros dos escenarios que hasta ahora no aparecían: buscar su identidad y la pertenencia al grupo.

En estas edades ya se identifican claramente con los «chicos» o con las «chicas» y con todo el repertorio simbólico que habitualmente cada grupo conlleva. En este punto deberemos ser muy cuidadosos si queremos ofrecer una educación no sexista. Es en esta fase cuando se va forjando la identidad sexual. Dar por hecho que «el balón» es para los chicos y «la muñeca» para ellas es un error de bulto.

Existen conductas que pueden llamarnos la atención como tocar compulsivamente partes del cuerpo de los padres (el pecho de la madre o el pene del padre, por ejemplo). En estos casos, debemos mostrarnos comprensivos, pero limitar estos tocamientos, pues invaden «nuestra intimidad»; cosa que deben empezar a aprender ellos desde estos momentos: a proteger la suya.

Finalmente, desde los seis a los doce años suele entenderse como una etapa de «tranquilidad sexual», en la que no existen grandes «explosiones» de comportamientos afectivo-sexuales que puedan llamarnos poderosamente la atención. El «despertar» vendrá a partir de los doce.

Aún así, es posible que nos encontremos con expresiones de afecto y sexualidad tales como la masturbación de nuevo, preguntas más directas sobre anatomía y relaciones de pareja, etc. En ocasiones hay un escaso interés por las personas objeto de su deseo sexual.

Pueden existir conductas de hetero-exploración, pero suelen ser sin la «carga sexual adulta» que tendrían en una persona mayor de edad. En estas edades es muy importante que se afiance el referido concepto de intimidad; ya que eso puede protegerles de futuras situaciones invasivas. La enseñanza de la asertividad es básica en esta etapa.

Lo que buscan niños y niñas de los seis a los doce sigue siendo satisfacer curiosidades, encontrar el placer físico, la atención social, el reforzamiento de su identidad y la inclusión en un grupo de iguales del que se sienta parte importante.

Ante todas estas expresiones de afecto y sexualidad, los padres podemos elegir entre tres tipos de respuestas: la alarma, la negación o la naturalidad.

¿Quién te ha enseñado a decir eso?, no es propio de tu edad…

Pregúntale a tu madre, ahora me pillas ocupado…

Cuando el pene se pone duro se llama erección, y es normal y luego se pasa

Son tres maneras totalmente diferentes de encarar la pregunta de un niño de 5 años: ¿por qué la colita de Juanito se levanta cuando le cambiáis el pañal?

De nosotros depende aportar una respuesta educativa o no. Hay adultos que evitan enfrentarse a dicha encrucijada, otros tiran balones fuera, y otros, sencillamente, contestan lo que saben, adaptado al que pregunta, y dando información. Examinemos cuál es nuestra actitud; pero no bastaría con que nosotros mismos lo reflexionemos. Si tenemos pareja, preguntémosle a ella a ver qué opina de nosotros. Será una información muy interesante…

La expectativa de la ilusión

Navidad. Reyes. Gasto. Regalos. Ilusión. Familia. Obligación. Trabajo. Pueden ser algunas de las ideas que nos vienen a nuestra cabeza y las sentimos en nuestro corazón en estos días.

¿Cómo hacer que vivamos estas fechas con una dosis de felicidad que nos satisfaga?

Una parte de esa felicidad la tenemos en nosotros mismos y en nuestras expectativas: lo que esperamos que ocurra a nuestro alrededor.

Si esperamos que ese familiar «haga lo que deba» con respecto al tema que tenemos pendiente… vamos por un camino equivocado. Si consideramos que cada cual hace lo que puede, probablemente sin una mala intención explícita, sino con una ausencia de empatía hacia nosotros; probablemente disminuirá nuestro malestar hacia el susodicho.

Si esperamos que la jefa tenga en consideración estas fechas y nos realice comentarios que nos permitan flexibilizar nuestro horario de trabajo… vamos por un camino equivocado. Si consideramos que la jefa está pendiente de otros asuntos que le urgen; que en realidad no acaba de valorar lo suficiente la importancia que le damos nosotros a ese tipo de comentarios (y lo da por hecho), probablemente disminuirá nuestro malestar hacia la susodicha.

Si esperamos que ese amigo nos agasaje con un regalo similar al que «debiera»; porque nosotros le hemos correspondido generosamente,… vamos por un camino equivocado. Si consideramos que cada persona tiene su propia norma o importancia al tema de los regalos; y que probablemente dentro de un grupo de amigos no todos demos la misma importancia al tema regalos; probablemente disminuirá nuestro malestar hacia la susodicha.

La actitud que tomemos ante los acontecimientos de los que somos espectadores, nos hará ne parte, protagonistas de nuestros propias emociones. Intentémoslo.

Perder el tempo acudiendo al psicólogo

Está claro. A estas alturas de la película no estamos nadie para perder el tiempo,… y mucho menos dándole vueltas a los temas sin llegar a ninguna parte, mareando la perdiz y sin saber si esto acabará algún día…

Eso piensan muchos, con razón, cuando por un instante, valoran la posibilidad de acudir a un colega de profesión a consultar algo que nos viene preocupando desde hace tiempo.

Y es una lástima. Todos los psicólogos no actuamos de la misma manera. Para mí es triste y a la vez satisfactorio ver cómo una familia, avanza con el comportamiento de su hijo más en un mes de evaluación e intervención que en dos años de terapia con otro psicólogo…

¿Y por qué? Simple. Cada enfoque psicológico, cada manera de entender el comportamiento, las emociones y las ideas de las personas, deriva su propia intervención, su propio estilo, su propio abordaje.

Como el de tantos colegas de profesión, nuestro estilo se llama cognitivo-conductual.

Pasad un buen fin de semana!

 

Todo va bien… ¡pero podría mejorar!

Hablamos de las actitudes perfeccionistas y exigentes . Hay personas que parecen no estar satisfechas nunca con las bondades o los acontecimientos que les toca vivir; o con los que les rodean, o consigo mismos…, ¿por qué?

Es posible que no percibamos una coherencia entre lo que vengo llamando desde hace algún tiempo, «las tres ex»: expectativas, exigencias y experiencias.

Las EXPECTATIVAS  son aquellas ideas previas que exigimos fuera de nosotros, a lo que o a quien nos rodea, para que se comporten o actúen de la manera que mejor nos conviene a nosotros.

Las EXIGENCIAS  son las demandas internas que nos hacemos a nosotros mismos para conseguir determinados objetivos; es lo que nos pedimos a nosotros.

Y las EXPERIENCIAS realmente es lo que finalmente ocurre.

Si conseguimos que exista consonancia entre las tres ex, habremos conseguido contribuir un poco más a nuestro bienestar…

Y este post no habla de la crisis… ¡que ya está bien! 🙂