A la hora clasificar y encajar determinados comportamientos de las personas; los psicólogos podemos tener en cuenta dos sistemas clasificatorios. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales y del Comportamiento DSM, realizado por consenso clínico de psiquiatras y publicada por la Asociación Americana de Psiquiatría y que en breve (mayo 2013) verá la luz en las librerías la versión «DSM-V»; o la Clasificación Internacional de las Enfermedades CIE, liderada por la Organización Mundial de la Salud OMS y del que en mayo de 2015 veremos su undécima edición revisada «CIE-11«. Esta segunda clasificación resulta ser menos estricta y más flexible en sus requisitos diagnósticos. Según Geoffrey M. Reed, director de la CIE-11. «un sistema más simple con menos categorías, y lo suficientemente flexible para permitir el juicio clínico y la variación cultural, en lugar de un sistema que se base en formulas complejas compuestas por muchos criterios de precisión fingida.» (ver entrevista completa aquí). El gobierno español, por ejemplo, tiene la obligación de mostrar sus estadísticas con códigos CIE. En el propio DSM se encuentran las equivalencias y dichos códigos en sus clasificaciones.
En España parece estar más extendido entre los psicólogos el uso del DSM. ¿Y eso por qué?. Creo que existe una mayor facilidad en su manejo y por otro lado, la formación que hemos recibido a nivel universitario y de formación máster, nos han ofrecido este sistema clasificatorio.
La tan esperada última revisión (DSM-V) ha suscitado muchas críticas, incluso entre sus propias filas. Las críticas se basan en la excesiva clasificación y «patologización» de la vida cotidiana, el aumento de las categorías diagnósticas y el rebaje del umbral mínimo para poder entrar en as clasificaciones. Así, por ejemplo, el DSM-V parece que incluirá el «síndrome de psicosis atenuado», el «trastorno neurocognitivo leve» y la eliminación de la exclusión del luto para el diagnóstico de depresión mayor.
Es posible, por tanto, que en algunas categorías diagnosticas se reduzca o se abra de alguna manera la mano a clasificar como trastorno lo que antes no tenía la suficiente entidad diagnóstica como para contemplarlo como tal.
Habrá que esperar a analizar los documentos con detenimiento; ambos: el DSM-V y la CIE-11 cuando los tengamos en la mano, y decidir utilizar el que mejor ayude, en definitiva, a las personas a mejorar su bienestar; que es el objetivo de todo psicólogo en su consulta.
Otros artículos relacionados y publicados por INFOCOP:
8/5/2013: El National Institute of Mental Health de Estados Unidos, abandona la Clasificación DSM
5/4/2013: Graves limitaciones del DSM-IV
27/3/2012: El DSM continúa sembrando polémica debido a los conflictos de intereses de sus diferentes comités