«¡Qué no me mire!… ¡¡que le doy!!»
Éstos y otros pensamientos nos vienen a la cabeza; más bien a las «tripas», cuando estamos metidos de lleno en una acalorada discusión. Cuando nos enfrentamos a una persona por un motivo en el que «tengo claramente la razón», podemos perder los papeles y acabar diciendo y haciendo lo que luego será objeto de arrepentimiento…
¿Cómo hacer entonces para controlarnos?. La clave no está en el control DURANTE la discusión; sino en lo que se han venido llamando disparadores de los conflictos. Los disparadores son aquellas circunstancias que nos rodean o que están en nosotros mismos y que anteceden al momento de la explosión de la ira y del enfado.
¿Qué pasa justo antes de que te enfades?, ¿cuándo notas un enfado leve, controlable?, ¿en qué momento aún no has estallado, pero crees que si la cosa sigue así no podrás remediarlo?
En esos momentos, debemos ser inteligentes y, si podemos, marcharnos de la situación, evitar la escalada automática de los enfados. De lo contrario será más difícil dejar de dar gritos en medio de una discusión, que hacer una tortilla de patatas sin patatas…