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Cómo controlarlos y gestionarlos con eficacia

 

Nos presentamos a un concurso de presentaciones en PREZI. Concursamos con una presentación de una charla a familias sobre cómo podemos controlar la ira, el enfado, tanto en nosotros mismos como en nuestros hijos/as.

Esta presentación ya ha tenido más de 300 visitas…

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…y de paso echa un vistazo… a ver si te podemos aportar alguna idea que rebaje la tensión familiar en esos momentos tan… tan… cómo diría yo… ¡tan cansados!

 

 

¿Ayudo demasiado en los «deberes»?

deberes«Si me pusieran la nota a mí… ¡sacaría sobresalliente!» Muchas madres y padres firmarían esta afirmación. ¿Hasta qué punto debemos ayudar a nuestros hijos e hijas en sus tareas escolares?, ¿Cuándo es recomendable ir dejándoles solos?

Podemos hacer una pequeña división por edades. En el primer ciclo de primaria (1º y 2º) debemos ayudarles a que los traigan, se responsabilicen de los papeles y notas que traen y llevan en la mochila. Debemos estar encima de ellos/as para ir instaurando poco a poco el hábito. Es posible que necesiten que nos sentemos junto a ellos/as cuando están escribiendo y memorizando. Ratos cortos, no más de 15 minutos. Descansos. Y leer, leer y leer.

En el segundo y tercer ciclo de primaria (de 3º a 6º curso) deberían ponerse solos/as a hacer sus tareas. Sólo los debemos acompañar si hay alguna materia que les cuesta más o necesitan realmente nuestra guía. El resto, ellos solos.

En educación secundaria, los chavales deben planificar los tiempos que dedican a cada trozo de materia y asignatura. Deben repartir en un calendario los contenidos y el esfuerzo que dedican a cada uno; para poder utilizar más que nada su memoria a largo plazo. Aquí las familias debemos supervisar antes y después. Ellos solos.

Muy importante: debemos evitar, en general, los períodos de más de una hora sentados haciendo la misma tarea. Esto aburre a cualquiera, cansa, y disminuye su efectividad. Intercalar descansos cronometrados. Planificar.

Y sobre todo. leer, leer y leer.

Inteligencia emocional: Aprender a gestionar emociones

Cada vez está más en auge el concepto de «Inteligencia Emocional», y es que actualmente conocemos la importancia que tiene en las personas el aprender a gestionar sus emociones y sobre todo el hacerlo desde la infancia.

Desde hace un tiempo, en algunos centros escolares se están implantando programas específicos sobre inteligencia emocional, en los cuales, se trabaja por ejemplo; la adquisición de unas correctas habilidades sociales, el desarrollo de la capacidad de empatía, el control de las emociones negativas, resolución de conflictos…

En el programa de redes que os dejamos a continuación se puede ver todo ello de una manera más específica.

Desde Centro Delta Psicología estamos para enseñarte mayores cotas de inteligencia emocional. Contáctanos en en info@centrodelta.com

¿El tuyo nació con libro de instrucciones?

Jesuitasweb1415… porque el mío no 🙁

Hoy comenzamos la ESCUELA DE PADRES Y MADRES  en el Colegio Jesuitas de Bilbao. Serán 5 grupos de madres y padres interesados en aprender técnicas, compartir experiencias, aprender maneras, descartar sistemas, sentirse acompañado… en todo lo relativo a la educación de sus hijos e hijas.

Estaremos hasta el mes de mayo, y será, seguro, una experiencia muy gratificante para todos y todas. ¡OS ESPERAMOS!

Luis de la Herrán, Cristina Núñez y Estíbaliz Lancho

Nueva escuela de padres y madres (Jesuitak, 2014-15)

Jesuitasweb1415El equipo del Centro Delta Psicología presenta hoy la escuela de padres y madres para las familias del Colegio de Jesuitas, en Indautxu (Bilbao).

(Primaria y secundaria. Sala de reuniones del edificio entre patios, 26/11/14 a las 19:00h)

Crearemos grupos de padres y madres con hijos en edades similares, para informar sobre los aspectos más importantes relativos a su desarrollo evolutivo y proponer herramientas eficaces para su educación.

Además, queremos que sea un punto de encuentro entre las familias, que entre todos vosotros y vosotras podáis aportaros todo lo que sabéis, vuestras experiencias, sabiduría,… y os sintáis más acompañados en la tarea de ser padres y madres.

Aquí os dejamos un enlace con la presentación de hoy, para el que la quiera ver.

http://prezi.com/hjh4rfo7fhtu/?utm_campaign=share&utm_medium=cop

Celos infantiles

Los celos infantiles suelen formar parte del desarrollo evolutivo de los niños/as, especialmente cuando nace un hermano /a. Debemos tener presente que es uncelos infantiles estado afectivo, en principio, pasajero que se caracteriza por miedo a que el cariño y atención del padre y la madre disminuya.

Es importante tratar el tema no solo tras el nacimiento, que suele ser lo más común, si no antes. Algunas conductas que nos pueden ayudar a prevenir o minimizar los celos pueden ser: informar de la llegada del nuevo miembro, dejarle participar en decisiones relacionadas con su hermano/a (color de la habitación, el nombre…), dejarle escuchar los latidos o ver las ecografías, evitar cambiar sus rutinas… y especialmente darle tiempo para que pueda adaptarse a los cambios de la organización familiar tras el nacimiento.

Acoso escolar «intenso», además de prolongado.

AcosovigoHasta ahora hacíamos más hincapié en la duración del acoso escolar, como una de las condiciones para clasificarlo; pero nuestros colegas de Galicia nos señalan que la intensidad alta puede facilitar emociones más encaminadas hacia la depresión; mientras que la prolongación en el tiempo puede relacionarse con la ansiedad.

Os pongo un trozo del artículo publicado en INFOCOP estos días:

«Mercedes Novo1, Dolores Seijo1, Manuel Vilariño1 y María José Vázquez2

Universidad de Santiago de Compostela1

Universidad de Vigo2

» (…) En consecuencia, los resultados confirman que el acoso escolar es función de la frecuencia y de la intensidad de las conductas de acoso, ya que ambas variables tienen efectos en la victimización y, sin victimización, no hay acoso. Sin embargo, los efectos de ambos factores son diferentes. De este modo, la intensidad de las conductas de acoso, a diferencia de la frecuencia, tiene su reflejo en la depresión y la desviación psicopática; mientras que la frecuencia, y no la intensidad, en la histeria e hipomanía. Adicionalmente, la frecuencia y la intensidad del acoso comparten efectos (i. e., hipocondrías, paranoia, psicastenia, etc.), lo que sugiere la posibilidad de un efecto de interacción significativo de ambas. Por consiguiente, el daño psicológico internalizante, resultado de la intensidad y frecuencia del acoso escolar, no es el mismo, proveyéndose una interacción de los efectos en la victimización.

En suma, a la hora de abordar judicial y conceptualmente el acoso escolar, así como en la valoración forense del mismo, parece conveniente contemplar la intensidad de las conductas de acoso como una variable relevante que interviene en la configuración del daño psicológico. Esta apreciación implica trascender la visión tradicional, que centraba su atención principalmente en la frecuencia del acoso. Asimismo, para el estudio del acoso escolar desde una óptica forense debe realizarse una valoración del daño inherente al mismo, siendo necesario crear y diseñar protocolos específicos de evaluación. No obstante, la actuación judicial y forense ha de ser siempre subsidiaria de otras perspectivas, que han de focalizarse en la prevención del acoso escolar. (…)»

Artículo completo:

Novo, M., Seijo, D., Vilariño, M. y Vázquez, M. J. (2013). Frecuencia e Intensidad en el Acoso Escolar: ¿qué es qué en la victimización?. Revista Iberoamericana de Psicología y Salud, 4(2), 1-15.

¿Por qué le pasa esto?

ancianoBuscar la causa puede llevarnos a entender el problema; pero también puede enfrascarnos en una explicación que no tenga salida para el futuro.

Por ejemplo, si intuimos que a raíz del fallecimiento de una abuela, nuestro hijo está más contestón, irascible,… nos quedaremos con una explicación que «puede ser verdad» pero que no nos ayuda a saber qué hacer a partir de ahora. No podemos hacer que la abuela vuelva.

Buscar los «paraqués» suele ser más útil porque nos da pistas sobre qué hacer ahora.

Siguiendo el ejemplo anterior, si sabemos que nuestro hijo está más protestón para sentir la atención que nota ha perdido tras la ausencia de su abuela; podemos darle dicha atención de manera adecuada…

El enfoque de los problemas, derivan en movimientos o en parálisis de los educadores que pretendemos mejorar el bienestar de los más pequeños de la casa.

La sexualidad y la afectividad hasta los 12 años

Esta entrada es más larga de lo habitual.


papaymamaHablemos de sexo.
Así se titulaba aquel programa de la Dra. Elena Ochoa que quizá irrumpió en nuestras vidas hace ya tiempo. Escuchar a esta psicóloga y a sus invitados puede que nos permitiera cierta licencia para sacar «el tema» con los hijos… ¿Pudimos borrar algunos mitos y prejuicios sobre las relaciones sexuales y afectivas entre las personas?

¿Cómo enfocamos el tema con los hijos e hijas?: naturalidad. Es lo que se pide a gritos desde las consultas de los profesionales sanitarios; sean éstos médicos o psicólogos. Naturalidad es lo que voy a intentar proponer en este espacio que amablemente me brindan mis compañeros del colegio.

Antes de entrar en harina, recordemos la frase con la que nuestros hijos nos miran: «no me hables, déjame ver…» Aprenderán, no por lo que les decimos, sino por lo que nos ven hacer. Hablemos menos y hagamos más.

De manera concreta mi intención es doble: por un lado reflejar muy someramente en unas líneas los hitos principales del desarrollo de la afectividad en los niños y niñas hasta los doce años, y por otro poder exponer el abordaje más efectivo desde la familia ante conductas que, aún todavía, nos siguen sorprendiendo.

Las horquillas de edad son orientativas, y cada niño y niña tiene su propio momento de desarrollo.

Desde el nacimiento hasta los dos años la afectividad de los bebés se concreta en su risa, sus caricias, sus «besos mojados», la expresión de su desnudez y tocamientos propios y ajenos. Sabemos que en esta etapa sienten curiosidad, buscan la satisfacción física, el placer, la atención de los demás y sentirse protegidos, queridos. Estas suelen ser los motivos por los que se expresan afectivamente.

Desde los dos a los seis años la cosa se complica un poco. Los niños pueden expresar su afecto y sexualidad mediante tocamientos propios y ajenos, pueden explorar su cuerpo y encontrar placer en ello (masturbación). Si algo es placentero, tenderán a repetirlo; por lo que es conveniente circunscribir las actividades de darse placer a uno mismo a un contexto determinado: la intimidad.

Es una época en la que ellos y ellas copian gestos y conductas afectivas, como dar besos en la boca, dar abrazos, y pueden canalizar estas expresiones mediante juego simbólico con sus muñecos (por ejemplo, desnudan a los muñecos, les bañan, les hacen darse besos,…). Lo que ven, lo copiarán. ¡Cuidado con lo que ven!

¿Qué buscan entonces de los dos a los seis años?, lo más probable es que persigan el placer físico inmediato y durante un corto periodo de tiempo. También quieren satisfacer su curiosidad, la atención de sus adultos y otros dos escenarios que hasta ahora no aparecían: buscar su identidad y la pertenencia al grupo.

En estas edades ya se identifican claramente con los «chicos» o con las «chicas» y con todo el repertorio simbólico que habitualmente cada grupo conlleva. En este punto deberemos ser muy cuidadosos si queremos ofrecer una educación no sexista. Es en esta fase cuando se va forjando la identidad sexual. Dar por hecho que «el balón» es para los chicos y «la muñeca» para ellas es un error de bulto.

Existen conductas que pueden llamarnos la atención como tocar compulsivamente partes del cuerpo de los padres (el pecho de la madre o el pene del padre, por ejemplo). En estos casos, debemos mostrarnos comprensivos, pero limitar estos tocamientos, pues invaden «nuestra intimidad»; cosa que deben empezar a aprender ellos desde estos momentos: a proteger la suya.

Finalmente, desde los seis a los doce años suele entenderse como una etapa de «tranquilidad sexual», en la que no existen grandes «explosiones» de comportamientos afectivo-sexuales que puedan llamarnos poderosamente la atención. El «despertar» vendrá a partir de los doce.

Aún así, es posible que nos encontremos con expresiones de afecto y sexualidad tales como la masturbación de nuevo, preguntas más directas sobre anatomía y relaciones de pareja, etc. En ocasiones hay un escaso interés por las personas objeto de su deseo sexual.

Pueden existir conductas de hetero-exploración, pero suelen ser sin la «carga sexual adulta» que tendrían en una persona mayor de edad. En estas edades es muy importante que se afiance el referido concepto de intimidad; ya que eso puede protegerles de futuras situaciones invasivas. La enseñanza de la asertividad es básica en esta etapa.

Lo que buscan niños y niñas de los seis a los doce sigue siendo satisfacer curiosidades, encontrar el placer físico, la atención social, el reforzamiento de su identidad y la inclusión en un grupo de iguales del que se sienta parte importante.

Ante todas estas expresiones de afecto y sexualidad, los padres podemos elegir entre tres tipos de respuestas: la alarma, la negación o la naturalidad.

¿Quién te ha enseñado a decir eso?, no es propio de tu edad…

Pregúntale a tu madre, ahora me pillas ocupado…

Cuando el pene se pone duro se llama erección, y es normal y luego se pasa

Son tres maneras totalmente diferentes de encarar la pregunta de un niño de 5 años: ¿por qué la colita de Juanito se levanta cuando le cambiáis el pañal?

De nosotros depende aportar una respuesta educativa o no. Hay adultos que evitan enfrentarse a dicha encrucijada, otros tiran balones fuera, y otros, sencillamente, contestan lo que saben, adaptado al que pregunta, y dando información. Examinemos cuál es nuestra actitud; pero no bastaría con que nosotros mismos lo reflexionemos. Si tenemos pareja, preguntémosle a ella a ver qué opina de nosotros. Será una información muy interesante…