¿Qué nos une a los profesionales de la psicología? Esto intentamos explicar el pasado 25 de febrero de 2017 en la IV Jornada de Debate Clínico organizada por la Comisión de Psicología Clínica y de la Salud -de la que formo parte- de la mano de Paco Martín Murcia, Alberto Soto y Amaia Mauriz, tres destacados profesionales. Dos psicólogos y una psicóloga que trabajan desde marcos teóricos diferentes pero que sin embargo ante la solicitud de: «busquen ustedes lo que nos une», supieron encontrarlo.
El tan ansiado pegamento que nos identifica a los profesionales de la psicología no es el pegamento marca «Acmé», una buena sala de espera, ni muchos títulos y conferencias en nuestro haber… sino la en ocasiones tan traída y llevada alianza terapéutica: aquel vínculo sinuoso pero fuerte, que suele aparecer cuando dos personas contactan, encajan en un ambiente terapéutico despertado por las demandas de la una y los ofrecimientos de la otra.
Cuando dos personas nos juntamos para empezar una relación psicoterapéutica los dos cambiamos; normalmente en la línea del crecimiento mutuo -cada una en un nivel diferente-. Comenzará a existir cierta conexión verdadera que parece estar en la base de la efectividad de dichas intervenciones de nuestra profesión. Esto es lo importante.
¿Qué pasará en el cerebro, en el plano bioquímico cuando sentimos esa conexión personal?, seguramente cambios a nivel de las mallas neuronales y de las redes que parecen gestarse cuando aprendemos habilidades para la vida con las emociones como conductoras. Podremos hablar, por tanto de una alianza, de una conexión emocional capaz de sugerir o al menos ser sustrato de determinados cambios emocionales, cognitivos y comportamentales. Esto por un lado. Por otro lado parece existir otro correlato bioquímico y fisiológico que es posible que se fragüe en este contexto de alianza. Nuestro cerebro y las células que lo componen parecen variar al menos en su funcionalidad. Ya tenemos dos conexiones.
Si seguimos un poco más allá nos daremos cuenta que existen momentos en la psicoterapia que podemos llamar, sin ánimo de pasarnos a las ciencias ocultas, como de magia, ilusión o chispa. Hay momentos que podemos identificar como especiales o puntos de inflexión en los que vemos que hay cierta conexión de la persona que tenemos al lado: empezamos a ver que conecta con sus emociones, con sus decisiones, con personas que le convienen en su mundo emocional y con otros aspectos de sus relaciones que le producen un bienestar hasta ahora poco conocido.
Intento hablar de manera genérica, y creo aún no haberme decantado por ningún enfoque psicoterapéutico; pues no es ése el objetivo de este escrito. Pretendo poner de relieve lo que nos une. Las diferencias están ahí, son evidentes; pero no me interesan ahora.
Por último y con la brevedad que me exige el ánimo de ser leído por mis compañeros y compañeras de profesión, me falta un aspecto muy relevante: la desconexión. Siempre que conectamos con algo, lo dejamos de hacer con otro asunto. No es menos relevante que muchas personas que se benefician de la alianza terapéutica a la vez que conectan con ellas mismas, con sus sistemas nerviosos central y periférico, conectan con sus emociones, con las personas que les quieren,… también desconectan de personas o ambientes tóxicos, perjudiciales y negativos a largo plazo.
El objetivo terapéutico es por tanto, conectar adecuadamente al cliente consigo mismo y con el entorno para que sea él mismo. El cómo es una alianza terapéutica auténtica: eficaz, sincera, segura, humana y auténtica.
La psicoterapia de la conexión por tanto puede aglutinar tanto escuelas con modelos diferentes, con técnicas distintas, pero sin perder de vista que todos estamos haciendo una misma cosa central: conectamos con personas, favoreceos que conectan consigo mismas y con otras personas, creamos alianzas terapéuticas, lo hacemos, y a todos nos funciona. Por eso decimos que nuestra escuela es la buena, porque estábamos poniendo el foco en una variable que no es la que estaba produciendo el cambio terapéutico. La clave no es la escuela o modelo teórico; sino la alianza terapéutica auténtica.
Este boceto que he pretendido describir, por tanto coloca al concepto conexión a tres niveles como el elemento común y me atrevo a decir central en nuestro trabajo diario con personas que acuden a nosotros en busca de serenidad. Luego están las técnicas que tanto tú como yo pongamos en marcha; más o menos contrastadas por la en ocasiones incomprendida y prostituida ciencia. Ahora no es el momento del artículo científico, sino del escrito de toma de conciencia por parte de mis compañeros y compañeras, de nuestra profesión tan poco corporativa, para que comience a serlo; y podamos buscar más lo que nos une que lo que nos separa. Lo fácil es confrontar y hablar de mi libro; lo difícil fue lo que pasó en esa mañana soleada de febrero en una sala de conferencias del viejo Bilbao.
Desde esta modesta tribuna apuesto por bautizar lo que nos une como la psicoterapia de la conexión, tanto a nivel de sucesos psicológicos internos, nivel bioquímico como a nivel de relaciones personales. Tres estamentos distintos que se reconectan tras una psicoterapia con una buena alianza terapéutica; y luego las herramientas.
Luis de la Herrán Gascón
Psicólogo colegiado BI-01940