¿Seguro?… Muchas veces nos preguntamos cómo podemos resolver los problemas que nos acechan, con los que nos encontramos, los que nos hacen sufrir… pero quizá estamos analizando erróneamente desde el mismo punto inicial de partida. Antes de ponernos a intentar resolverlo, debemos saber a lo que nos enfrentamos; antes. Me explico.
¿Cómo sé que tengo un problema?… porque me siento incómodo, nervioso, desasosegado, intranquilo,… Sí, bien, pero vayamos un poco más atrás: previo a ese instante. ¿Por qué lo catalogamos como «problema»?
Vemos y clasificamos como problemas asuntos que no lo son; pues no tienen solución. Sólo algo es un problema cuando tiene solución, de lo contrario es otra cosa. Y los confundimos con retos, con situaciones estables inmutables, en ocasiones dolorosas, que nos piden adaptación por nuestra parte; no que lo cambiemos, pues es imposible.
Cuando algo no podemos moverlo, cuando es totalmente ajeno a nuestra voluntad no es un problema sino un reto; una nueva demanda externa que nos pide flexibilizar, adaptarnos, asumir nuevos papeles, nuevas formas, abandonar lo conocido para adentrarnos en lo inexplorado,… Se nos está retando. ¿Estimulante? Nuestra actitud en estas «experiencias reto» nos marcarán poco a poco nuestro aprendizaje sobre ellas.
Retos y Problemas.
«Mi pelo es rizado y lo quiero liso» Reto
«Me sangra la nariz después del golpe» Problema
«Me gustan las chicas… y no debería…» Reto
«Suspendo las asignaturas…vaya desastre» Problema
«Se me cae el pelo por el estrés» Problema
«Mi cáncer es terminal» Reto
«Mi corazón está débil, debo cuidarme…» Problema
«¿¿¿¡¡Gemelos!!???» Reto
«Mi equipo de fútbol ha perdido» Reto
«Durante 5 años he intentado tener hijos (Problema) y ahora me dice el médico que me tengo menopausia desde hace un mes» Reto
«Mi marido es un desconocido» Problema
(¡Gracias a J por la inspiración!)